La comunidad Sij y el poder del Templo Dorado de Amritsar

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Amritsar era uno de mis destinos favoritos desde que comencé mi viaje. No sé por qué, este lugaren Punjab y sobre todo su Golden Temple, me parecían majestuosos. Quizá sea porque siempre me ha gustado el dorado y semejante barbarie de edificio con toneladas de oro no podía pasar desapercibido a mis ojos. Quizá fuese por su imponente tamaño y belleza. Pero no sería ni mucho menos eso lo que más me sorprendería. Sería el orden y la generosidad en otra la ciudad del caos. Sería el poder que genera el sentimiento de comunidad frente al individualismo. Sería el poner hechos a las palabras.

El Templo Dorado significa en punjabi “El estanque del néctar de la inmortalidad”. Es el centro cultural y espiritual de la religión Sij, de la que luego os hablaré un poco. En 1601 se terminó la construcción del Templo Dorado y el 16 de agosto de 1604 se trasladó e instaló allí al primer tomo de las escrituras Sij, libro sagrado del Sijismo. Es allí también donde se instaló el Akal Takht (Trono de la inmortalidad), sede del poder político Sij. Todos los días se saca y se guarda este libro del Templo Dorado con gran fervor y expectación, cuidándolo como si de un ser vivo se tratase. Tuve la suerte de verlo y sentirlo.

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Yo apenas sabía nada de los Sij, así que eché mano de mi curiosidad y empecé a interesarme por conocer un poco más de esta religión de la India que tan bien me acogió. Veamos pues que sacamos:

La religión Sij nace en el norte de la India alrededor del S. XV de la mano del Gurú Nanak como reacción a los problemas surgidos entre dos religiones predominantes en la India como son el hinduismo y el islamismo, entre otras muchas otras cosas. Acordaros que estas religiones en muchos momentos se llevaron a matar literalmente.

Las enseñanzas de los Diez Gurús Sijs están contenidas en el libro sagrado “Gurú Granth Sahib”, el libro que os he contado que meten y sacan todos los días del Templo. En estas enseñanzas hablan de un sólo Dios para toda la humanidad, de entender y practicar la igualdad entre todas las razas independientemente de la casta, la religión, el color de piel, el estatus, la edad, el género… Hablan de proteger y representar los derechos de los débiles para luchar por la justicia y la equidad, de participar en el servicio desinteresado, ayudar a construir una vida comunitaria y contribuir con la sociedad… entre otras cosas. Y he de decir que esto se palpa, se respira cuando llegas al Templo Dorado, como luego os argumentaré.

Las personas Sijs son muy fácil de reconocer a primera vista. Los varones no se cortan el pelo y la barba en la vida. De hecho el pelo se enrolla en el turbante, de niño con una especie de moño o topo en la parte frontal a modo de madalena, y de adulto repartido por todo el turbante a modo de toga. A parte del turbante, los practicantes deben llevar siempre estos 5 artículos o las 5 “K”: kesh (pelo largo sin cortar), khanga (peine para recogerse el pelo), kara (brazalete metálico), kacha (ropa interior de algodón) y kirpán (pequeña daga para la autodefensa o para proteger a un tercero). Y lo cumplen.

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He leído artículos de prensa en los que los Sijs defendían sus derechos en el mundo occidental para poder circular con el turbante en moto, o poder ir a la escuela con turbante o poder llevar la daga por la calle sin ser considerada un arma blanca… Lo de la daga lo consiguieron, lo del casco no. Seguro que esto nos rompe tanto nuestros esquemas, como a ellos el no poder hacerlo.

Los/as Sijs, tuvieron muchísimos problemas con hindúes y musulmanes por su manera de entender la sociedad. Fueron los/as primeros/as en rechazar la “sati” (suicido de las mujeres viudas) en la India así como las castas. Mucho de los Sijs fueron perseguidos, acabaron muertos, hervidos, cortados por la mitad de arriba a bajo, emparedados… por seguidores de estas otras religiones. Ups… demasiados mártires. En el Templo Dorado hay un museo que “ilustra” literalmente cada una de estas horrendas muertes. Incómodo de ver es poco.

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Como algo curioso os contaré que los varones sijs tras su nombre de pila utilizan como segundo nombre “Singh” (que significa león) y las mujeres “Kaur” (o princesa). Surge como rechazo al sistema de castas hindú, muy ligado a la identificación de las castas (o clases) a través sus apellidos. Toma ya.

Volviendo al Templo Dorado, una vez introducido el tema de la religión Sijs que, he de decir una de las cosas que más me sorprendió es la armónica y gran acogida e integración de esta gente con el resto. Cumplen su palabra. Veamos.

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El Templo Dorado se puede visitar gratuita y libremente, seas de la religión o país que seas. Puedes entrar a todos los sitios sagrados o no, ver sus rituales, no hay diferencias. Además, voluntarios/as guardan los zapatos de miles de personas sin coste alguno todo el tiempo que haga falta y de manera totalmente segura. Esto es organización. Cientos de sijs más ayudan en labores de limpieza de suelo, del lago, ponen y quitan moquetas… impoluto es poco, se limpia todo decenas de veces al día, y esto en la «India». Otros tantos cantan. Hay libros de las enseñanzas Sijs que puedes coger, leer, llevarte… «All´s free».

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Pero por si fuera poco, todos los días preparan y sirven comida gratuita en su comedor a todas horas para la gente que acude al Templo, que viene a ser la generosa cifra de unas 80.000 a unas 100.000 personas. Postre incluido. Este Templo tiene más visitas que el mítico Taj Mahal. Imaginad lo que es esto. Brutal. Todos/as sentados/as en decenas de hileras. Y todo funciona a las mil maravillas, como una perfecta cadena de engranaje, como una comunidad. Ver para creer.

Puedes colaborar pelando patatas, fregando cubiertos, recogiendo bandejas… y funciona en plena armonía. Yo fui a desayunar, a comer, a merendar, a fregar, a enjuagar… no se lía parda nunca y todo está siempre en orden, creedme. En solo 20 minutos te sentaste y comiste de todo. Claro, la infraestructura para eso es descomunal, decenas de personas limpiando sin parar el comedor siempre pulcro, cientos fregando platos, miles de bandejas, cubiertos, estropajos, hileras de grifos… Puro orden reina en lo que todos entenderíamos que es un caos.

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Y para rematar el asunto, puedes alojarte gratuitamente en el gran albergue para peregrinos/as del Templo, donde no sólo dan cama o manta a miles de sijs y a forasteros/as, sino baño, ducha, agua caliente, jabón e incluso te ponen una lavadora para que laves tu ropa. !Guau, con esto flipé! Fue la primera vez en todo mi viaje que mi ropa se lavó en una “whasing machine”. Y esto con una limpieza absolutamente en mayúsculas, de mano de cientos de voluntarios/as Sijs que entregan su esfuerzo para que miles de personas se sientan bien… Esto es trasladar las palabras a hechos. Esto es ser comunidad.

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Existen cajas de donativos por si quieres contribuir con rupias en el funcionamiento de este gran centro de peregrinaje, pero nadie te dice u obliga, esta vez eres libre, igual que de limpiar, recoger, a fregar… e increíblemente nos demostramos que podemos ejercitar nuestra libertad en pro del resto.

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Y lo más especial quizá del lugar es que todo este poder dorado generado por la comunidad sij se concentra en el epicentro y fluye. Sí, así es. Cual boomerang. Poderoso Templo. Como ellos/as dirían y me enseñarían: Satt shiri akal! Existe otro modo de hacer las cosas. Esta es la demostración. Podemos. Golden power, full power.

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